Un buen día, Mateo, Bruno y Salma se dieron cuenta que en su ciudad no había Parque de Bomberos, por lo que decidieron romper sus huchas, para con las monedas que habían guardado comprar un Coche de Bomberos.
Con las pocas monedas que les quedaron fueron a comprar unos cascos de Bombero a la tienda de Juan, un chinito sonriente que era como uno más del barrio.
Podían comprar tres cascos amarillos muy feos, uno para cada uno, pero con las monedas que tenían decidieron comprar dos cascos muy chulos con una placa de bombero.